¿Por
qué unas personas coleccionan y otras no? ¿Por qué escogemos determinado objeto
para coleccionar? ¿Es una obsesión coleccionar, o puede llegar a serlo? ¿Qué
sentido tiene coleccionar? ¿Por qué alguien, en un momento dado, comienza una
colección?.
Estaremos
de acuerdo en que preguntas de este estilo nos las habremos hecho unas cuantas
veces. A menudo, familiares y amigos, se muestran perplejos ante la pasión que
mostramos por nuestra “debilidad”. No es fácil encontrar una respuesta que
valga para todos.
Existen
muchos condicionantes –las circunstancias- que nos influyen individualmente en
gran medida: La edad, el sexo, el contexto social, el contexto económico, las
preferencias, la educación, la salud o la enfermedad, el país y un larguísimo
etc..
Convendremos
en que no es lo mismo coleccionar coches de slot, que cuadros de Picasso
o huevos de Fabergé.
También
es cierto que algunos coleccionistas necesitan destacar doblemente. Por una
parte de los que no lo son, y por otra, de los demás coleccionistas. A mayor -o
mejor- colección más “poder”, más admiración, pero también más envidias. Por el
contrario, existen coleccionistas que obtienen su satisfacción en la intimidad.
Seguramente,
en el fondo, tras toda colección, subyace una razón de tipo económico, puede
que exista inconscientemente la idea de considerarla una especie de inversión
para el futuro. ¿O es tan sólo una excusa para justificarla?.
Habrá
que dejar pasar el tiempo para que los antropólogos de generaciones
venideras, puedan sacar conclusiones.
Nuestro
cometido aquí, es ofrecer un ámbito de concentración, relativamente ordenado,
reunido en torno a un fenómeno vital, cual es coleccionar. Poder acceder a esos
sueños y una vez alcanzados, seguir con nuevas búsquedas.
No
pretendemos encontrar una explicación racional a ese impulso, cuando estamos
hablando de una cuestión con escasa lógica y mucha pasión.